viernes, 24 de mayo de 2013


La parada suicida


Soy un tipo caótico. Por ello admiro a la gente que puede llevar un registro de sus experiencias profesionales y académicas y así llegar al final de curso en toda calma para entregar sus memorias de asignatura.Los hay pocos, pero los hay. Así que luego de manifestar mis respetos a mis colegas bien plantados en la aplicación, y por primera vez, voy a registrar de manera oficiosa una fase reiterada en mi proceso de aprendizaje, y que yo he bautizado como "la parada suicida". 
Se trata de un símil inspirado en esas películas estadounidenses de los años ochentas, en las que muchos personajes intentaban remediar sus conflictos existencias lanzándose al vacío, luego de un angustioso proceso de depresión o ansiedad, y justo llegado llegado al borde, y con la brisa en la cara, "ven pasar todos los momentos de su vida en segundos"... Acto seguido, la decisión: saltan y hasta allí llegó la cosa, o se dejan de bobadas y van por un Whisky (son gringos no lo olvides) para bajar la presión y replantearse la vida.
Pues bueno, tanto por lo interesante del método, por lo que he aprendido, y sobre todo por lo que he disfrutado el trabajo con mis compañeras de grupo, " hoy me lanzo la parada suicida" con esta asignatura de Innovación y Desarrollo, justo antes que la asignatura llegue a su fin y de que yo me vaya por mi respectivo elixir...

Momento I

De lo que comenzamos a escribir: Innovación.

Cuando iniciamos la asignatura, como comunicador tenía una concepción de la innovación muy articulada por el sentido común, es decir, como un sinónimo de novedad, como la aplicación de técnicas para el diseño y producción de un bien hasta ahora desconocido, o como el alcance de alguna investigación científica en cualquier campo que es puesta a la orden del mercado en algún formato de presentación: desde un teléfono móvil, hasta cápsulas de terapia hormonal. Y es que hasta el diccionario de la Real Academia Española (y dicho sea: últimamente me he sentido más afectado por el despegue que de la realidad tiene este instrumento de nuestra lengua. ¿No te ha pasado?) no la pone distinta:
Innovación: "1. f. Acción y efecto de innovar" (Obvio :-). 2. f. "Creación o modificación de un producto, y su introducción en un mercado".
Y cómo ya puede percibirse ya la economía, ha sido uno de los dominios que más sesgo le ha puesto a este campo del conocimiento, o de la aplicación del conocimiento, que terminará siendo una de las definiciones más interesantes en las post-rimerías de esta parada.
Lo cierto es que desde sus orígenes la innovación fue magma de organizaciones con mejor desempeño al innovar: las industrias. Desde las productoras de armamento militar hasta los fabricantes de las más cotidianas invenciones como los bastoncillo de algodón, los hisopos (si quieres saber de esos pequeños inventos indispensables recomiendo un artículo en este enlace http://bit.ly/13P6e4q).
Me valgo de un artículo de la Fundación Cotec (disponible aqui: http://bit.ly/9CnZlh) para evidenciar que tan dinámica puede llegar a ser la conceptualización de la innovación como proceso y práctica de aplicación del conocimiento. En el trabajo de Juan Mulet Meliá que ya he puesto a tu disposición en el link anterior, reseña como en la tercera edición del Manual de Oslo, publicada en 1997, se explica que que innovar "es utilizar el conocimiento y generarlo si es necesario, para crear productos, servicios o procesos que son nuevos para la empresa, o mejorar los ya existentes, consiguiendo con ello tener éxito en el mercado".

Comenta Mulet que esta definición contiene tres precisiones importantes. Primera, la importancia del conocimiento, que habrá que generar sólo en caso de que sea necesario. Así las cosas, si ya hubiera un conocimiento disponible que se pudiera utilizar, no sería necesario realizar actividades de investigación y desarrollo, consideradas como aquellas capaces de crear nuevo conocimiento. "Por lo tanto, también hay innovación cuando se utiliza un conocimiento que ya existe y es incorporado a la empresa" ( o a cualquier forma de organización social sujeta a un fin). Segunda, los productos, servicios o procesos tienen que ser nuevos para la empresa en cuestión y no necesariamente para el mundo.
"Evidentemente, habrá innovaciones radicales y otras poco perceptibles en sus consecuencias, pero siempre que acaben en un producto, proceso o servicio que sea nuevo o mejorado, habrá innovación. Y tercera precisión, es necesario para que exista innovación que se esté “consiguiendo con ello tener éxito en el mercado”. Si la innovación no se traduce en beneficios no es innovación, será cualquier otra cosa.
El Manual de Oslo de 2005 es una revisión del anterior de 1997, y precisa en el panorama el universo de innovaciones no tecnológicas. Sostiene también que la innovación es la implantación de un producto, proceso o servicio nuevo o significativamente mejorado. Pero se introducen matices cuando se habla de  innovación en procesos: un nuevo método de comercialización, un nuevo método de organización para la práctica del negocio o una nueva forma de relaciones externas. 
"Por lo tanto, cuando se habla propiamente de innovación, se hace referencia a todo cambio, basado en conocimiento de cualquier tipo, siempre que genera valor y cuando tenga consecuencias económicas directas. Evidentemente, entre ellas están las innovaciones tecnológicas, que son las más estudiadas y también las más arriesgadas. Muchos estudios han demostrado que son las que generan más beneficios porque no solamente son causa de mejores prestaciones en la oferta de la empresa sino que son más difícilmente imitables y por lo tanto se mantienen en el mercado mayor tiempo como novedad" (Mulet, 2006).
Es interesante ver lo rápido que el concepto de innovación deja de estar anclado al pensamiento instrumental-tecnológico de los medios de producción y aborda los modos de organización del trabajo, las interrelaciones de los equipos en las empresas. Esta fugaz reseña abona a una transición a la transición de nos interesa como es la innovación en la organización social. Seguiremos en los límites de la empresa para luego destacar casos de innovación social.

Referencia bibliográfica
Juan Mulet Meliá (2006). La innovación, concepto e importancia económica. Ponencia presentada al Sexto Congreso de Economía de Navarra.


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